Respirar es una acción rutinaria, inconsciente y básica que todos llevamos a cabo a diario. Pero a pesar de ser algo automatizado por todos nosotros, no siempre lo hacemos de la forma correcta.

A lo largo de nuestro día a día no nos damos cuenta de que hacemos o dejamos de hacer muchas cosas que nos condicionan para respirar de una forma mejor o peor.

Un ejemplo es el ritmo de vida frenético que solemos llevar.

Estamos acostumbrados a vivir a toda prisa, a querer todo para ya, a no parar. Tanto que no sacamos tiempo para nada, muchas veces ni para mantenernos activos.

De hecho, a nivel europeo, España se coloca en el cuarto puesto como población no activa con un impresionante 15% de su población sedentaria. Y es que realizar actividad física de forma regular, ya sea de mayor o de menor impacto, nos ayuda a mejorar nuestra condición respiratoria.

Realizar poca actividad física, o ninguna, y fumar son ejemplos muy obvios que influyen negativamente a nuestra capacidad respiratoria. Pero también nos encontramos con otros hábitos contraproducentes para nuestra respiración como puede ser el hecho de respirar por la boca.

Sí, respirar por la boca. Respirar por la boca es una acción que muchas personas tienen automatizado sin ser conscientes de que conlleva que nuestras vías respiratorias se inflamen con más frecuencia; lo que, a su vez, conlleva un mayor riesgo a padecer infecciones.  Por eso, lo perfecto para todos sería que respirásemos por la nariz. Es decir, coger aire por la nariz y soltarlo por la boca. Así el aire se calienta, se filtra y humidifica.

Puede parecer absurdo hablar tanto de una acción tan automática en el ser humano como es respirar. Pero lo cierto es que una buena o una mala respiración afecta a la totalidad de nuestro organismo. Esto se debe a que si respiramos mal nuestras células no tienen todo el oxígeno necesario para funcionar correctamente y que así todos nuestros órganos funcionen de manera eficaz.

Pero eso no es todo, una buena respiración es además clave para nuestro bienestar. Realizar respiraciones profundas ayuda a regular nuestros niveles de estrés y, por lo tanto, mejora nuestro estado de ánimo. Asimismo, si respiramos mal, nuestro corazón tiene que hacer un esfuerzo mayor para poder funcionar a plena capacidad.

Como puedes comprobar, aprender a respirar eficazmente es muy importante porque nos beneficiamos de un organismo en plena capacidad, de un mejor estado de ánimo y de una mayor vitalidad entre otras cosas.

Por eso te recomendamos que añadas a tu rutina diaria desde ya los tips que acabas de leer: haz ejercicio siempre que puedas, inspira por la nariz y expira por la boca, no fumes y realiza respiraciones con calma y en profundidad.

Recuerda que siempre estamos a tiempo de modificar nuestros hábitos y de adaptarnos a un nuevo estilo de vida. Por ejemplo, si no te gusta el ejercicio intenso, puedes hacer 10 minutos de yoga al día, que además trabaja mucho la respiración, o salir a caminar cada dos días.

También puedes probar el mindfulness o la meditación, que es algo que ya recomendamos en otros artículos. Todos son herramientas válidas para mejorar nuestra respiración y nuestra forma de vivir el día a día.

Así que ya sabes: respira mejor, vive mejor.