¿Podría ser la metformina el nuevo fármaco antienvejecimiento que necesitamos? Los estudios recientes y su uso cómo tratamiento para diabéticos están demostrando que tiene buenos resultados.

Evidencias científicas están demostrando que la metformina es tan buena como parece. Lo esperábamos, y así es. Su efecto en personas mayores no diabéticas para antienvejecimiento, así como su uso para diabéticos, dan a entender que tiene potencial para un envejecimiento saludable.

Si buscas en la red, encontrarás muchas revisiones que lo aclaran, aunque las más recientes, publicadas en “Frontiers in Endocrinology ” y en “Theranostic “ han actualizado las evidencias.

Se ha demostrado que la metformina puede retrasar el envejecimiento y, además, tener efecto de protección para el desarrollo de varias enfermedades relacionadas con el envejecimiento (pérdida de proteostasis, disfunción mitocondrial, desgaste de telómeros, inestabilidad genómica, alteraciones epigenéticas, agotamiento de células madre y senescencia celular).

Los estudios vienen demostrando que este fármaco sirve tanto para entornos de diabetes como para otros que no lo son como enfermedades cardiovasculares, musculoesqueléticas y, posiblemente, cáncer y demencia, con lo que llegamos al punto en que confirmamos su uso bastante amplio como profiláctico para compensar los efectos del envejecimiento y mejorar la salud y la esperanza de vida.

En EEUU, debido a estos hallazgos, han diseñado y puesto en marcha en 2017 un ensayo clínico multicéntrico “Targeting Aging with Metformin” (TAME), que abarca usuarios entre 65–80 sin historial clínico de diabetes, que recibirán una dosis diaria de 1500 mg de metformina durante 6 años, con un período de seguimiento estimado de más de 3,5 años.

El objetivo principal de TAME es obtener resultados clínicos precisos derivados de la aparición de enfermedades crónicas relacionadas con la edad de esos pacientes.

También se añaden otros objetivos secundarios a tener en cuenta como los resultados funcionales en cambios de movilidad de las personas y deterioro cognitivo visible; o los biomarcadores del envejecimiento como inflamación o senescencia.

Los resultados, que saldrán el próximo 2023, darán una respuesta clara acerca de la pregunta de si la metformina reduce enfermedades y discapacidades derivadas del envejecimiento de las personas no diabéticas.

Pero, como todo fármaco en pruebas, las expectativas no deben nublar la realidad, ni levantar una panacea de solución milagrosa. La medformina puede derivar en problemas de biodisponibilidad, tolerabilidad digestiva y deficiencia de B12, por lo que se debe alertar sobre estos efectos a los usuarios a los que se les administre.

El envejecimiento de las personas es algo natural, contra lo que poder luchar en una medida comedida, pero que, por supuesto, hay que saber llevar con ayuda de una buena dieta equilibrada, ejercicio diario y un estilo de vida saludable.

Para conocer otros métodos de “longevidad” o cura del envejecimiento, te animamos a leer nuestro post sobre la autofagia, que nos ayudará en nuestra salud y bienestar para tener una vida más larga.