El comienzo del mes de diciembre viene acompañado del espíritu navideño de todos aquellos amantes de los árboles de Navidad, las guirnaldas, Papá Noel, los Reyes Magos, los turrones y polvorones.

Tenemos muchas tradiciones arraigadas a estas fechas como dar regalos, pasar tiempo en familia, junto al calor hogareño y disfrutar de tiempo de relax y fraternidad.

Pero estas tradiciones no siempre han existido. La Navidad tal y como la conocemos actualmente dista mucho de las que se vivían siglos atrás.

Sobre todo, el acto de dar regalos, de regalar al prójimo, viene de una costumbre que se remonta a la Antigua Roma y es de origen pagano. Nuestros ancestros realizaban rituales en época coincidente con el solsticio de invierno en honor a los dioses. Se denominaban Saturnales y se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre en honor a Saturno, dios de la Agricultura.

También hay otras teorías a tener en cuenta. Por ejemplo, el día 25 de diciembre se celebraba en el Imperio Romano es Sol Invictus, un culto a la divinidad solar. En los siglos IV y V se acordó entonces que la mejor forma de representar a ese “Sol” era equipararlo a la figura de Jesús.

Estudios más recientes ubican en enero la fecha más relevante de la Navidad. Otros cálculos astronómicos incluso apuntan a que Jesucristo nació más bien en marzo o abril. Lo único que se vislumbra de todo es que siempre son fechas cerca del final de año en nuestro calendario actual.

La mayor parte de nuestros elementos culturales de Navidad provienen de Europa. Aunque no podemos obviar lo que nos llega de Oriente Medio gracias a las épocas de las peregrinaciones como las que se hacían en Siria.

En los últimos años, hemos tenido mucha influencia de la cultura de Estados Unidos y hemos copiado sus tradiciones, principalmente, comerciales. En la primera mitad del siglo XIX, en Nueva York, las personas más pobres podían exigir comida y bebida a la gente rica y hacer celebraciones en la calle entre el día de San Nicolás (6 de diciembre) y el día de Año Nuevo. Pasaron los años, y a medida que la población americana aumentaba, las élites comenzaron a temer que estas celebraciones se convirtieran en protestas cuando los empleadores se negaban a conceder tiempo libre o si se avecinaba un largo invierno de desempleo.

Para solventar esto, un grupo de adinerados trató de transformar en una fiesta familiar lo que hasta entonces había sido una celebración carnavalesca y callejera. Se apeló a la tradición de regalar de padres a hijos y no de amos a trabajadores o sirvientes.

Esta nueva tradición cuajó y los comerciantes de Nueva York vieron en la figura de Santa Claus (Papá Noel) un magnificó tirón para impulsar las ventas de regalos de estas fechas señaladas. De hecho, la imagen de Papá Noel con el trineo y los renos es una invención estadounidense.

¿Y donde aparecen los tres Reyes Magos?

Pues bien, en algunos países como España, es habitual que los niños reciban regalos en la noche de Reyes. Esta costumbre proviene de una tradición cristiana de siglos de antigüedad. En el nacimiento del niño Jesús, los tres Reyes Magos le entregan oro, incienso y mirra.

En la Biblia, a pesar de ello, solo aparece una referencia a esta acción. Y en ningún momento dice que sean “reyes”. De hecho, ni siquiera se aclara que sean tres, ni mucho menos sus nombres, razas o incluso aspectos.

Pero, a pesar de estos vaivenes de datos y fechas, y aunque no esté claro un único origen sobre por qué hacemos obsequios en Navidad, elegir cualquiera de estas tradiciones es una buena excusa que puede servirnos para sorprender con un regalo a esa persona especial que quieres. Desde AESFAS creemos que no es una tradición pensada sólo para niños, sea como sea, todos somos aún un poco niños.